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Exorcismo

Título original: The Exorcism
Origen: EE.UU.
Dirección: Joshua John Miller
Guión: M.A. Fortin, Joshua John Miller
Intérpretes: Russell Crowe, Ryan Simpkins, Sam Worthington, Chloe Bailey, Adam Goldberg, Adrian Pasdar, David Hyde Pierce, Tracey Bonner, Marcenae Lynette, Joshua John Miller, Hallie Samuels, Hannah Black
Fotografía: Simon Duggan
Montaje: Gardner Gould, Matthew Woolley
Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans
Duración: 95 minutos
Año: 2024


6 puntos


LUCES Y SOMBRAS

Por Santiago González

(@ElunicoSan)

Exorcismo está escrita y dirigida por Joshua John Miller, hijo de Jason Miller (1939-2001), actor conocido por interpretar al padre Karras en El exorcista (1973), quien durante años luchó contra el alcoholismo y la drogadicción. Tema presente en esta nueva producción que se filmó en el 2019 pero que se topó con la pandemia y se abandonó hasta retomarse hace poco luego del éxito de El exorcista del Papa (2023, Julius Avery). A su vez, Miller hijo ya había trabajado el trauma que conlleva la muerte de un familiar al guionar The final girls (2015, Todd Strauss-Schulson). ¿Algo más? Sí, la produce Kevin Williamson, la mente maestra detrás de la saga original de Scream.

¿Entonces qué ocurre con Exorcismo? Ocurre que estos mundos (el de Williamson y Miller) se entienden a la perfección y esto da pie a una película que sirve como excusa para exorcizar los traumas de su director, a la vez que entra en el terreno del metalenguaje (cine sobre cine) que tanto le gusta a Williamson. A esto se le suma que también es un comentario sobre la carrera de Crowe, quien interpreta a un actor en decadencia que tiene que interpretar a un sacerdote, todo un desafío. Todo esto en medio del rodaje de una película sobre exorcismos con claros ecos al clásico de Friedkin.

Estos son los apuntes más interesantes de una película que lamentablemente tiene varios problemas que le juegan en contra. Por empezar, si uno espera un terror convencional, similar a El exorcista del Papa, se puede decepcionar. Hay algunas escenas donde predomina el clima de terror y que no son tratadas como meros sustos, pero que no generan nada dado que lo que prevalece acá es un drama y un ritmo lento en donde las situaciones se van dando de a poco sin apresurarse. Esto también es un arma de doble filo porque los problemas de producción mencionados llevaron a decisiones de montaje rarísimas. Hay conflictos que no se entienden, situaciones mal resueltas, personajes que aparecen y desaparecen, y que terminan por oscurecer una película muy noble.


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