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El fantasma de la familia Rampante

Título original: Ídem
Origen: Argentina
Dirección: Leandro Tolchinsky
Guión: Leandro Tolchinsky
Testimonios: Matías Bassi, Malena Medici, Julián Lucero, Alejando Schiappacasse, Manu Fanego, Carmen Tagle
Fotografía: Julieta Bilik, Leandro Tolchinsky
Montaje: Leandro Tolchinsky
Sonido: Bruno Canossa
Duración: 71 minutos
Año: 2023


6 puntos


PRUEBA Y ERROR

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

El proceso creativo casi siempre es complejo, a tal punto que, si alguien sostiene que le resulta sencillo, da para sospechar: hay demasiados obstáculos, desvíos y eventualidades difíciles de prever como para uno ande presumiendo que le resulta simple crear. Más aún si el trabajo es grupal: hay choques de perspectivas, confrontaciones de egos, inseguridad que afloran repentinamente, baches imaginativos, problemas de agenda, cuestiones de logística y un larguísimo etcétera. El fantasma de la familia Rampante viene a mostrar una expresión de esto en forma detallada, alimentándose de ellos, hasta el punto de exponer desniveles creativos propios.

El film de Leandro Tolchinsky registra los ensayos que emprende El Escuadrón Volante, un grupo de teatro de varieté, para adaptar Ubú Rey, una emblemática obra del movimiento patafísica, junto con Alejandro Schiappacasse, un director externo. Si el desafío inicial era muy grande, por la complejidad del texto, la corta experiencia de los involucrados y las diferencias en las perspectivas, el asunto se complica aún más a partir del recuerdo de la obra que habían hecho previamente, titulado La tragedia de la familia Rampante. Aquel era un espectáculo realizado desde la gestión y apuntalado en el absurdo, que coincidía mucho más con la identidad del grupo, que frente a la nueva obra que intentan llevar a cabo pasan a encontrarse mucho más incómodos. Eso irá generando un conflicto irremediable con Schiappacasse, que derivará en una crisis de la que no habrá vuelta atrás.

Hay un dato particular, que podría parecer anecdótico, pero que es en verdad fundamental para entender las capas de sentido que componen a El fantasma de la familia Rampante. Todo lo que vemos ocurrió principalmente en el 2011, con otros registros posteriores en el 2013 y el 2015, porque el montaje Tolchinsky lo pudo hacer recién en los últimos años. Por eso es que el relato al que asistimos pareciera irse construyendo de a poco, fragmentariamente, con voces over que se superponen con las imágenes y van completando los vacíos que se perciben en discusiones, malestares, conflictos en las miradas, frustraciones y eventuales segundas oportunidades. Como sus protagonistas, la película de Tolchinsky va también buscando su lugar en el mundo, configurándose a base de prueba y error.

En ese aprendizaje, de a poco, El fantasma de la familia Rampante se va transformando en una historia de espectros del pasado culturales y creativos, de choques creativos, de artistas que quedan un poco expuestos, para bien y para mal. De un gran callejón sin salida, que se va prefigurando minuto a minuto hasta hacerse bien tangible, casi como una tragedia. Sin embargo, hay una vuelta de tuerca que coloca a ese proceso frustrado en el lugar correcto, es decir, de una etapa más en la carrera de un conjunto de sujetos que, quizás, necesitaban darse un golpe, para luego crecer mental y espiritualmente, tanto desde lo individual como desde lo grupal. Y también de una película que necesitó de unos cuantos años para documentar el fragmento temporal apropiado.


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